Entrevista con el autor del libro Señor gerente: ¡despídame por favor!

En REDEPYMES estuvimos entrevistando a Santiago Restrepo Trespalacios, autor del libro Señor gerente: ¡despídame por favor! con la idea de aprovechar sus conocimientos para los emprendedores de Iberoamérica. En el libro, que se vende en versión digital, se señalan varios aspectos interesantes encaminados a lograr la independencia financiera pero sobre todo, mental. Vea la entrevista completa a continuación:

Cuando a los bancos les da por pasar de agache con sus responsabilidades

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Por: Sarita Palacio Garcés (@saritapalacio)
Hace un año el Banco de Occidente accedió de muy buena manera a prestarme la suma de 35 millones de pesos para comprar mi carro. La asignación del préstamo ocurrió sin mayores tropiezos. 15 días después el dinero estaba en mi cuenta de ahorros. Compré el carro. Todos contentos.

El 15 de marzo pasado procedí a pagar la totalidad de mi deuda gracias a la compra de cartera que me hizo otra entidad. El cheque estaba por 35 millones, entonces pagué con este, con la grata sorpresa, para mi, que ya no debía 35 millones sino 33.800.000.

Al preguntarle a la Asesora de la oficina Alpujarra del Banco de Occidente, me dijo: “tranquila, nosotros somos un banco muy serio y nos encargaremos de devolverle su dinero en la menor brevedad de tiempo posible”. Pues, muy querida y todo la niña pero ni banco serio ni menor brevedad de tiempo posible.

Para que el banco efectuara la devolución de mi dinero, debía enviar un correo a la dirección [email protected]. Envié el correo el 20 de marzo, explicándoles que ya sólo no me debían 1.200.000 de lo que sobraba del cheque, sino 665.630 pesos más, que correspondían al descuento que, por nómina, mi empresa había hecho el día 15 de marzo.

Era entendible, el 15 había pagado yo, el descuento igual se tenía que hacer efectivo.

Bola de heno, ni una respuesta. Llegó el 30 de marzo y como el banco aún no me había hecho efectivo el pago, ni le había anunciado a mi empresa que yo ya estaba a paz y salvo, entonces de nuevo me volvieron a hacer el descuento de 665.630 pesos. Lleve bien la cuenta querido lector. Hasta el 30 de marzo el banco me adeudaba 2.531.000 pesos.

Pues bien, el  2 de abril el banco me respondió. 7 días después. Me dicen en tono muy cordial, por cierto, que ese correo no les sirve. Que les debo enviar una carta firmada por mí y escaneada, en la que diga el número de mi crédito, mis datos personales, en qué oficina deseo la devolución y las razones de ésta.

Ese mismo 2 de abril envié la carta que cumplía con todos los requisitos que ellos me exigían. Y de nuevo, bola de heno.

El 8 de abril en horas de la mañana recibí una llamada por parte del banco. Me escribieron que aún no me podían dar respuesta porque necesitaban las colillas de pago. Se las envíe ese mismo día. Las dos en las que constaban las deducciones y llamé para informarlo. Además, en el cuerpo del correo, informo que ahora me deben hacer dos devoluciones correspondientes a la cifra anteriormente citada y que encarecidamente les pido el favor, además del reintegro, reporten a mi empresa que yo ya pagué.

Pues bien, el 11 de abril volví a llamar. ¿Por qué? Porque el banco no aparecía ni para bien ni para mal. La respuesta de la asesora fue que el reporte si estaba pero que no había tenido ninguna evolución. Que ella le iba a poner una alerta.

Iracunda, procedí a escribir en los mejores términos de nuevo al correo [email protected] y a la defensoría del cliente de este banco. Hoy no he recibido respuesta. Y de nuevo volví a llamar.

Hoy me contestó el asesor Alexánder López, y me dijo: señora, acá si aparece su reporte, pero no se le ha dado solución. Voy a ponerle una alerta. La misma respuesta prediseñada que me había dado la anterior asesora.

Y bien, como hoy es 15, me volvieron a descontar el valor de 665.630 pesos. De nuevo haga cuentas señor lector: 3.196.890 pesos. Eso sin contar intereses. Porque piense usted señor lector, seguramente si yo fuera quien adeudara ese monto al banco, ya estaría en datacrédito, estarían infestando mis teléfonos con llamadas de cobranza y amenazas de abogado, y sumado a eso, sobre el monto y sobre la mora me estarían cobrando intereses. Y ¿qué hace el banco para subsanar mi necesidad de dinero por estos días? ¿Me pagarán intereses? No creo.

El banco está incurriendo de manera descarada en perjuicios a su cliente. Un cliente que no sólo pagó oportunamente, sino que también pagó en un año los intereses de tres. Además, este banco me sigue cobrando una deuda que ya no existe con ellos. En otras palabras, están reteniendo ilegalmente mi dinero. Están incurriendo en un delito. ¿Y qué pasa?

Tres asesores diferentes me han dicho que el banco está para servirme. ¿Para servirme o para servirse de mi dinero?

Hoy cuento esta historia porque la única herramienta que tenemos los periodistas es la palabra. Los invito a no dejarse engañar por los bancos, a luchar por sus derechos y a hacerle entender a través de los buenos términos a las entidades financieras que los que priman son los derechos del cliente. No como lo hacen ver ellos: los derechos de la corporación a obtener sus ganancias por doquiera.

¿Cuánto son 3.190.000 a la tasa más alta del mercado? ¿Estará dispuesto banco de occidente a reparar los daños y perjuicios con esa tasa? No creo. Y mientras ellos responden yo sigo siendo una ciudadana a la espera de que le devuelvan lo que es justo: su dinero.