Mi aporte a una reflexión que hay que hacer

arrogante
Por: Carlos Sierra*
Comparto un aparte de un mail que en días pasados le envié a un alto ejecutivo de una muy importante empresa:

(…)También, la arrogancia, la indiferencia, lo despectivo de quienes dirigen las empresas, y muy particularmente los que manejan el mercadeo, me ha llevado ocasionalmente a pensar que este propósito mío de aportar mejora es causa perdida, cuando lo que le interesa a la gente es copiar de los extranjeros eso de que «Uno no puede pensar en acabar con la competencia. ¡Hay que acabarla!».

Te escribo hoy, porque hoy casualmente he recibido respuestas a mi solicitud de presentar mi propuesta, como las siguientes:
ExM: “Nuestro sistema de contratación empieza porque usted esté pendiente de lo que sale en la página de la empresa en «TxxxxxxO: contrataciones»”. ¿Si nunca se enteran de lo que puedo aportarles, cuando considerarán una opción como la que propongo? Trabajé en ExM y sé que en lo técnico están pendientes por apoyar la innovación.
KxxxxxxH: «Gracias por su interesante propuesta la cual envía tan bien testimoniada y da certeza de lo excelente de su trabajo, pero en este momento ya nuestro presupuesto fue asignado». La niña que firma esta carta, como tantos, cuando se le llama en el primer semestre dice que no recibe a nadie, porque está gastándose el presupuesto y en el segundo semestre no recibe a nadie, porque ya está dedicada a hacer el presupuesto del siguiente año. ¿Cuándo oye las novedades que podría incorporar?
ExxxxL: “Excelente su propuesta, pero en este momento ya hemos asignado nuestro presupuesto”. ¿Están más pendientes del gasto que de la mejora? Y ¿porque no oyen lo que podrían incluir en su «gasto» del año que viene? ¿Siguen ciegamente el plan, aunque después de haberlo hecho se conozcan cosas mejores que podrían optimizarlo?
AxxxR: «¿Podría resumirme en máximo una página todo su planteamiento, para analizarlo?» «Aunque le advierto que hacemos lo mismo que todos los concesionarios de Chxxxxxxt». Otra pendiente del gasto y dándose ínfulas de más ocupada que Obama y que el Papa, quienes leen y redactan documentos verdaderamente voluminosos.

Ella y la dañina creencia que nos vendieron los malos publicistas de que la gente no lee textos largos. La gente no lee textos largos (ni cortos) de lo que no le interesa. Miremos a los «pelaitos» leyendo a Harry Potter. Esos malos publicistas fueron el embrión de esa generación de no lectores que fuimos nosotros y los que hoy están al frente de las empresas. La gente lee lo que le interesa y lo que le aporta.Y cuando trabajamos para una empresa, debmos leer lo que pueda traer mejora para la empresa. Esperemos a que la generación Harrypoteriana llegue a desplazarlos. El peligro es que estos leen más y se comunican más por escrito (por internet) que hablando.

Decía Don Gustavo Toro (Sí, el del Éxito –el Éxito original y querido): «Recibo a todo el que me pide cita porque uno no sabe cuál es el maletín que trae el gran negocio para uno. «Hay que mirarlos todos”
Varios telefónicamente: «No tenemos tiempo, envié por mail lo que tenga que ofrecernos». Dios mío, me tocaron épocas en la que la gente era ansiosa por recibir visitas, para enterarse de lo que ofrece el exterior. Épocas de pujanza industrial y comercial en Medellín, que ya son cosa del pasado, en un Medellìn pendiente de un concierto, unos juegos o un congreso para mover su economía decadente.

No te sigo recontando las respuestas que recibo porque te aterrarías de la displicencia, de la descortesía, de la arrogancia, de la soberbia con que los que dirigen el mercadeo en nuestro medio XX, el mercadeo en nuestro medio cayó en mano de snobs «faranduleros», presuntuosos, vanidosos que se quedaron en lo light del mercadeo superficial, en el que los «pelaos» de hoy que están en el área, se sienten jugando un juego de roles o jugando a la guerrita con los competidores y toman el tema como uno de ser el mejor y no como uno de ser mejor mejorando al mundo. «Entrenan» mercadeo jugando Paint Ball y viendo películas de guerra o de guerreros. Toman el tema como uno de actores y actrices, modelos, jingles, aparecer en Tv, revistas y periódicos (a cambio de pauta), un tema de terminachos en inglés y de estar a la moda. Generación G que desvirtúa Generacion H (H de humanismo).

Si a un “pelao” de estos uno le dice que tiene algo interesante que contarle, él se las ingenia para hacerle saber a uno que él ya se las sabe todas y no tiene más que oír, porque van ganando la batalla. Se arropan a la sombra de unos cargos que los hacen sentir «bróker del Wall Street de los 80», cuando es menuda ridícula lo que ganan. En país de ciegos el tuerto es rey. Y es lo que tenemos, porque no queremos mejorar, ni oímos a quien tiene algo que aportar.

En estos días alguien me «chicaneaba» con su «sueldazo» de diez millones. A mi me provocaba mostrarle la colilla de mi quincena de hace trece años, para que se sintiera pobre, y luego hacerle caer en cuenta que dejé todo eso por mandato ético-moral de mi consciencia que rechazaba el guerrerismo y falsedad (lo que vale es lo que haga creer, aunque no lo sea) propios del mercadeo exitoso, prefiriendo dedicarme a construir algo para mejorar el mundo. Tengo menos plata, pero más riqueza. Claro que me contuve porque recordé mi propio enunciado: «No tienes que ser mejor que nadie. Solo tienes que ser mejor».

Hoy la dignidad de tu cargo se resalta dependiendo de cuanto te niegues a dar una cita, de cuantas veces haya que pedirtela, de cuanto la canceles, de cuantos correos no contestes, de cuantas llamadas no retornes, de cuan corto sea el tiempo que das a la persona, de cuan largo sea el tiempo de espera, de la forma displicente en que lo oigas, de las frases desobligantes que empleen tus colaboradores (¿Tiene cita con él?, ¿para qué lo necesita?, se mantiene muy ocupado, no puede en este momento, tiene la agenda copada, llame después, etc). Cuando uno quiere contactar a alguien es precisamente para ocuparlo. A uno es a quien más le conviene que la cita sea productiva. Pues claro, si la quiero convertir en un negocio, ¿que les hace pensar que quiero dilapidar mi tiempo y el de la persona a la que visito?

¡Ignorantes!, la persona más valiosa hace todo lo contrario. Por ello gana más aprecio y por esto le va mejor en todo lo que haga. «La confianza vende lo que la dicha no alcanza».
La propuesta que te hice sé que nunca será prioridad de tu empresa. Lo tengo claro, por muchas razones. Pero, a veces lo nuevo no soluciona lo prioritario pero es lo que aporta diferenciales.

* Director de Analisis en INVest Marketing