«Este país está cansado de que no materialicemos las promesas en realidades», Julián Vásquez, gerente del IDEA

Preocupantes son las cifras de crecimiento económico en Colombia. El impacto sobre las empresas y sobre las finanzas públicas es significativo, en especial sobre actividades económicas como el comercio y el turismo, y sus respectivas cadenas productivas. El consumo y la inversión son fundamentales para el crecimiento económico pues sin éstos no es posible mover la economía.

Sin empleo no hay inversión y sin inversión no hay empleo y es el escenario al que nos estamos enfrentando. De modo que sólo nos queda el gasto del gobierno para enfrentar la crisis y generar consumo y empleo. Pero, y aquí viene un cuestionamiento a este planteamiento keynesiano contracíclico, el gobierno no tiene cómo seguir gastando si no hay empresas y personas que tributen, dejando así como única alternativa el endeudamiento público.

Julián Vásquez tiene un amplio recorrido en la banca privada y ahora dirige el IDEA -Instituto para el Desarrollo de Antioquia- que es el banco público de los municipios Antioqueños. Así que su preocupación por el crecimiento económico no es un capricho sino un convencimiento que parte de la experiencia y el contacto con las variables macroeconómicas de la región, el país y el mundo.

De allí que también esté muy atento a lo que sucede actualmente con el proyecto hidroeléctrico Hidroituango, del cual el IDEA y la Gobernación de Antioquia son los socios mayoritarios, y de cuyo éxito depende en buena medida, el futuro económico de los municipios antioqueños. Por eso hace un llamado a la prudencia y a que el proyecto culmine bien y entre pronto en funcionamiento.

En REDEPYMES lo entrevistamos para conocer su perspectiva sobre todos estos temas, que hoy nos tocan a los pequeños y medianos empresarios, y que nos interesan. A continuación el video completo:

La otra pandemia, la del bolsillo

La actual situación que estamos atravesando a nivel mundial desde la llegada del SARS-COV 2, ha dejado al descubierto muchas realidades sociales a nivel mundial como la desigualdad, la precariedad laboral en los países en vía de desarrollo a lo que hay que sumarle la falta de conciencia en el cuidado propio y de los demás, que hacen difícil el combate a una pandemia que exige aunar esfuerzos. Colombia no es ajena, por supuesto, a dichas dificultades.

Esta pandemia ha puesto en evidencia total las grandes dificultades que hay en cuanto al empleo formal, la bancarización generalizada y el acceso real a tener vivienda propia. Casi la mitad de la población colombiana vive en la informalidad, sin un salario fijo, sin prestaciones sociales y sin horario establecido para enmarcar sus labores. Muchos no pueden irse a descansar hasta conseguir el “diario” para pagar arriendo de una habitación, comprar comida para ellos y su familia. 

Como si esto no fuera suficiente, los gobernantes municipales, departamentales y nacionales, en su afán de implementar medidas preventivas contra el Covid-19, han puesto en serios aprietos a millones de colombianos que en términos reales no pueden atender al llamado de quedarse en casa, a pesar de los bienintencionados programas de ayuda gubernamental. La verdad es que la mejor ayuda gubernamental es la reactivación paulatina y segura de la economía.

En la mayoría de los países en vías de desarrollo, incluso en algunos países desarrollados, buena parte de la población no puede darse el lujo de quedarse en casa -muchos ni siquiera tienen donde vivir- Si ya era dificl antes de la pandemia, ahora ¿cómo quedarse en casa sin salir a conseguir el diario? Desafortunadamente del empleo informal no se vive, se sobrevive y así tampoco hay posibilidades de ahorro que permitan afrontar estos tiempos de confinamiento.

Según la Gran Encuesta Integrada de Hogares (GEIH) de mayo de este año, realizada por el DANE a 13 ciudades principales y áreas departamentales, 46.1% de los colombianos tiene ocupación informal y en el mundo la cifra es cercana al 60%. La misma encuesta precisa que para el caso de Colombia, el desempleo alcanzó el 21,4% durante el mes de junio, con un aumento de 10,9 puntos porcentuales frente al mismo periodo del 2019.

Todos entendemos que debemos cuidar nuestras vidas usando tapabocas, lavándonos las manos con frecuencia y quedándonos en casa pero es claro que no todos pueden acatar la medida preventiva más importante -la de quedarse en casa- porque si una persona no cuenta con un empleo remunerado y estable, es poco probable que decida quedarse en casa para evitar el contagio del Coronavirus.

Es claro que estamos atravesándo un momento inédito en la historia reciente de la humanidad donde todos debemos cuidarnos. Así protegemos nuestra vida y la de los demás. La COVID-19 no es un juego ni un invento, las Unidades de Cuidados Intensivos están llenas de pacientes COVID y en algunos países los cementerios no dan abasto con el número de fallecidos por la enfermedad o por enfermedades de base que se agravaron por el virus, pero el bolsillo de muchos ya no aguanta más.

Si nuestros países tuvieran una mejor tasa de formalización laboral, podríamos aislar sin muchas dificultades a la población con mayor riesgo de muerte, que son los adultos mayores, por medio del registro de jubilados y adicionalmente, de ser necesario, incluir un subsidio por permanecer en confinamiento, permitiendo así que el resto del aparato productivo no se paralice y termine marchitándose en el mediano plazo.

Personas con diabetes, obesidad e hpertensión tienen nuevas restricciones en Colombia por el riesgo que tienen de terminar de ocupando camas UCI durante la pandemia y colapsando así el sistema de salud. Sin embargo éstas mismas personas necesitan seguir trabajando para sobrevivir. También se ha tomado la decisión de aislar al todo el grupo familiar de cualquier paciente que se diagnostique como positivo para COVID-19 lo cual epidemiológicamente tiene todo el sentido pero no evita la dificultad que entraña el que toda la familia se quede sin trabajar de un momento a otro.

El Ministerio de Trabajo y las alcaldías, entre ellas la Alcaldía de Bogotá, han reiterado que en estos casos se debe mantener el empleo de las personas afectadas con la enfermedad pero ante un panorama con grandes porcentajes de informalidad laboral, esta no parece ser una solución humanamente satisfactoria. Debemos caminar hacia un futuro con mayor formalidad laboral a través de leyes más flexibles que se adapten a los nuevos tiempos y permitan combatir prontamente la otra pandemia, la del bolsillo.

Cuarentena golpea fuertemente a las PYMES en Colombia

El Aislamiento Preventivo Obligatorio decretado por el Gobierno Nacional desde el pasado 25 de marzo con el fin de controlar la expansión del SARS COV-2, más conocido como el Coronavirus, ha cumplido con su cometido inicial pero a un inmenso costo económico para empresas y personas que han visto como sus negocios se quedan sin ingresos y van desapareciendo los empleos.

Solo durante la primera semana del mes de mayo, se ha reportado que cerca de 1,9 millones de colombianos han comenzado a hacer parte de las cifras de desempleados o inactivos, según cifras oficiales del Instituto Nacional de Estadística – DANE. A lo anterior hay que sumarle que no se vislumbra en el corto plazo, al menos para este año, la posibilidad de una vacuna contra la COVID-19 lo que hace aún mas incierto el panorama económico.

Los que se llevan la peor parte de esta pandemia parecen ser los negocios que implican interacción social como los eventos, los bares o las discotecas. Los restaurantes no terminan de hundirse gracias a los domicilios, lo que sin embargo no representan para ellos más del 20% de los ingresos habituales. Lo anterior sin dejar de lado las empresas turísticas como hoteles y aerolíneas. Hasta el día de hoy, las empresas de transporte aéreo Avianca y LATAM han decidido acogerse al capítulo 11 de la ley de quiebras en EEUU para tratar de contener el daño que se acrecienta con el paso de los días.

Las pequeñas y medianas empresas representadas por gremios como ACOPI y Fenalco, han pedido al Presidente Iván Duque que se subsidie la nómina durante estos meses de crisis para evitar una pandemia de desempleo, a lo que el jefe del Ejecutivo ha respondido con un subsidio del 40% del salario mínimo para los sueldos de mayo, junio y julio, y con créditos con un 90% de respaldo del gobierno nacional, lo que a todas luces resulta insuficiente para el tamaño del fenómeno.

Para la prima de mitad de año tampoco parece haber solución. Los gremios piden plazos y una reforma laboral que permita flexibilizar procesos de contratación, a los que las centrales obreras se oponen. Así las cosas, los expertos económicos sugieren que nos acercaremos pronto a una tasa de desempleo en Colombia cercana al 19%, una cifra que no se veía hace décadas, y a un crecimiento económico negativo para 2020 que estará entre -3% y -7%. Un panorama sombrío al que aún no se le ve la luz al final del túnel.